La nueva doctrina Trump pone a Europa en la mira: «El continente será irreconocible en 20 años»
El rumbo hacia el desastre de una Europa en presunto declive, acosada por la inmigración y al borde de perder su identidad de faro de la cultura occidental, se ha convertido en una de las más persistentes obsesiones del ideario MAGA (Make America Great Again) durante la segunda presidencia de Donald Trump. Esa obsesión cristalizó con la publicación en la noche del jueves (madrugada de este viernes en la España peninsular) de la Estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos de América, un polémico documento que firma el propio presidente.
Sus 33 páginas fijan las prioridades de la nueva Administración en política exterior y dan un repaso por los intereses de Estados Unidos en el mundo. De Europa, el texto señala sus “problemas económicos”, pero advierte de que estos quedan “eclipsados por una preocupación mayor: la perspectiva real de la desaparición de su civilización” en “los próximos 20 años o menos”. Cuando eso suceda, añade el texto, no estará claro que “ciertos países europeos sigan teniendo economías y ejércitos lo suficientemente fuertes como para seguir siendo aliados fiables” de Washington. “Nuestro objetivo debería ser ayudar a Europa a corregir su trayectoria actual”, sentencia.
El texto enumera varios culpables de esa supuesta decadencia: “La Unión Europea y otros organismos transnacionales que socavan la libertad política y la soberanía, las políticas migratorias que están transformando el continente y creando conflictos, la censura de la libertad de expresión y la supresión de la oposición política, la caída de las tasas de natalidad y la pérdida de identidades nacionales y de confianza [de los diferentes países] en sí mismos”, dice el Gobierno de Estados Unidos.
Se trata de un documento de prioridades que se publica tradicionalmente al principio de cada nueva Administración. Lo inédito esta vez es la agresividad de su retórica. No solo contra Europa: el apartado de América Latina (el “Hemisferio Occidental”, en la jerga de Washington) también destaca por su ruptura con el statu quo diplomático y con la historia reciente de la relación con el continente.
“Tras años de abandono, Estados Unidos reafirmará y aplicará la Doctrina Monroe [que proclamaba el intervencionismo estadounidense en Latinoamérica] para restaurar su preeminencia”, prometen los redactores del texto, que habla de un “Corolario Trump” a esa doctrina, necesario para lograr “una restauración sensata y contundente del poder y las prioridades estadounidenses”.
De vuelta en Europa, el texto hace propias las tesis de los partidos políticos de la ultraderecha euroescéptica. El movimiento MAGA, y el propio Trump, han defendido los objetivos de esas formaciones políticas en elecciones como las de Alemania o el Reino Unido. Los socios europeos de Washington ya escucharon algunas de estas ideas en febrero, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, en la que el vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, ofreció un incendiario discurso y una apocalíptica visión del Viejo Continente.
Este discurso fue un auténtico bofetón para Europa de su histórico aliado y un aviso a navegantes del apoyo de Washington a los caballos de Troya del proyecto europeo, los partidos de la derecha trumpista y antiinmigración, como el de Viktor Orbán en Hungría o Alternativa por Alemania (AfD). Ahora, la nueva estrategia de seguridad nacional, que, sin citarlas, habla de esas formaciones como “patrióticas”, consolida ese divorcio ideológico de EE UU con la Europa asentada en los valores de la solidaridad, la defensa de los derechos humanos y de un sistema multilateral basado en normas.
Para la UE, es la constatación, además, de que el proyecto europeo está bajo una amenaza creciente. “No creo que necesitemos [los países europeos] recibir consejos de ningún país o partido”, ha asegurado este viernes el ministro de Exteriores alemán, Johann Wadephul. Este nuevo ataque estadounidense constata el divorcio en las relaciones transatlánticas y el viraje de la Administración Trump hacia Rusia y la retórica del Kremlin.
“El documento trata a Europa como un rival. Es la muestra de que la Casa Blanca hará todo lo que esté en su mano para extender su ideario”, remarca, con preocupación, una alta fuente comunitaria, que destaca la influencia de las redes sociales y los tecnooligarcas afines a Trump y su cruzada contra las regulaciones europeas.
El texto fija las prioridades de la Administración de Trump con Europa, a la que, dice, “a Estados Unidos, con toda lógica, le unen lazos sentimentales”. Esas prioridades incluyen abrir sus mercados a los bienes y servicios estadounidenses y “restablecer la estabilidad” en clave interna, también en su relación con Rusia, que define como “falta de confianza”.
Propone incentivar que el continente asuma “la responsabilidad principal de su propia defensa” —en lo que cabe interpretar como una referencia a las presiones de Washington para que los miembros de la OTAN aumenten su gasto en defensa hasta llegar al 5% del producto interior bruto— o acabar con la expectativa de que la Alianza Atlántica está “en constante expansión”.
En cuanto a la guerra en Ucrania, el documento advierte de que “la Administración Trump se encuentra en desacuerdo con los funcionarios europeos con expectativas poco realistas sobre la guerra”.
Dos de las páginas del documento referidas a Europa.
Los partidos ultras cuentan con su propio punto en esa lista, que pide “cultivar la resistencia a la trayectoria actual de Europa” desde dentro. “Estados Unidos alienta a sus aliados políticos en Europa a promover este renacimiento del espíritu [occidental], y la creciente influencia de las formaciones patrióticas europeas ciertamente da motivos para un gran optimismo”, añade.
“Este documento es una hoja de ruta para garantizar que Estados Unidos siga siendo la nación más grande y exitosa de la historia de la humanidad y el hogar de la libertad en la Tierra”, dice el texto firmado por Trump en su exposición de motivos, que propone una fiera defensa de las tesis del America First (Estados Unidos primero). “En los próximos años, seguiremos desarrollando cada dimensión de nuestra fortaleza nacional y haremos que Estados Unidos sea más seguro, más rico, más libre, más grande y más poderoso que nunca”.
Para lograr esos objetivos el texto fija las siguientes prioridades: poner fin a la “era de la migración masiva” y garantizar la “protección de los derechos y libertades fundamentales” (“otorgados por Dios a los ciudadanos estadounidenses”), así como el “reparto de las cargas [geopolíticas]”, porque “los días en que Estados Unidos apuntalaba todo el orden mundial como Atlas han terminado”.
También aboga por conquistar “la paz a través de la fuerza”, por el fomento de la “seguridad económica” y el “comercio equilibrado” —a golpe de aranceles—, y por “asegurar el acceso a las cadenas de suministro y materiales críticos”. “Como argumentó [el padre fundador] Alexander Hamilton en los primeros días de nuestra república”, señala el documento, “Estados Unidos nunca debe depender de ninguna potencia externa para sus necesidades básicas”.
Sobre Oriente Próximo, la Administración de Trump celebra que “los días en que [esa región] dominaba la política exterior estadounidense, tanto en la planificación a largo plazo como en la ejecución diaria, han quedado atrás, no porque ya no importe, sino porque ya no es la constante molestia ni la fuente potencial de catástrofe inminente que una vez fue”.
A África le promete dejar de “promover la ideología liberal” para centrarse en una visión extractiva de la relación, a base de “fomentar relaciones comerciales mutuamente beneficiosas y transitar de un paradigma de ayuda exterior a uno de inversión y crecimiento capaz de aprovechar los abundantes recursos naturales y el potencial económico latente”.
